Thursday, July 21, 2011


A Hilda Piña Nuñez del Arco: TE EXTRAÑO

Ya pasaron casi 8 años desde que te fuiste, ocho años desde que siento un vacío dentro de mí y que aún no he podido llenar. Y creo que es difícil llenar el vacío que deja la partida de una madre, tal vez no nací de ti, pero fuiste una madre para mí siempre. A veces extraño tus silbidos de la puerta de mi casa, cuando venias a visitarnos (aun no entiendo por qué nunca tocabas el timbre), cuando venias de cobrar tu pensión y me tras el panetoncito y el refresco que les daban a los viejitos pensionistas en la cola del banco, o tus clásicos regalos de navidad, las muy famosas trusas “mochita”.


O cuando me quedaba a dormir en tu casa y venían tus amigas la timberas y se ponían a jugar póker y tomábamos lonche todas juntas. Tenías una chispa inigualable. Llevaste una vida impecable, con dos matrimonios y 5 hijos aun así te quedaba paciencia para cuidar de mí, como una hija más, sexta hija, así me llamabas. Aprendí muchas cosas de ti, la mayoría cosas buenas, como ayudar a las personas más necesitadas, recuerdo que formabas parte de un grupo de ayuda social llamado AMA (adultos mayores en acción), el nombre me provocaba mucha risa, me acuerdo haber ido un par de veces ahí, y te veía como ayudabas a los pobres viejitos abandonados en un asilo en san juan de Miraflores. Te ibas de viaje con ellos. Les llevabas donaciones, nos íbamos de paseo. En esa época era difícil valorar esas cosas, tenía 10 años y me aburría, no quería estar ahí, que niño quisiera pasar sus vacaciones de julio metido en un asilo, era muy egoísta y a veces me molestaba contigo por eso.


En general era una vida excepcional, y creo que la mayoría de nosotros querría una vida así, de viaje en viaje, conociendo miles de personas y lugares y ayudando al resto. Creo que viviste plenamente y nunca te arrepentiste de nada.



Aún recuerdo ese día, 2 de abril, tenía 17 años y venia de una amanecida de estudios, (en ese tiempo me preparaba para ingresar a la universidad) y me disponía a dormir, cuando suenó el teléfono de mi casa y era mi tía diciendo que te habías ido solita de emergencia al hospital porque ese día amaneciste vomitando sangre. Ese día fue el principio del final. Fuimos corriendo a verte y como era emergencia no había visita, pero encontré una forma de escabullirme entre las enfermeras y por una ventanita del hospital te pude ver, y parecías otra persona, pálida, delgada, llena de tubos y agujas por todos lados, no entendía lo que pasaba, peor algo dentro de mí me decía que no era nada bueno.


Desde es día empezó un vía crucis entre clínicas y hospitales buscando algún diagnostico favorable, queríamos saber por qué sufrías de intensos dolores de estómago y vomitabas sangre, esos eran claros indicadores que algo malo estaba sucediendo. Desde ahí empezaron las cosas a ponerse peor, no comías, todo que caía mal, empezabas a olvidarte de las cosas, ya no hablabas mucho, te acordabas de tu niñez pero no podías recordar que habías almorzado ese día. Ya sabíamos claramente que era lo que tenías, pero necesitábamos escuchar una segunda opinión.



Hasta que el 21 de julio, fuimos a una cita en un hospital conocido de lima, estaba mi mamá, mi tía, mi abuela y yo, aún recuerdo sus frías palabras, nos miró fijamente a las tres , la miro a mi abuela con cierta lastima y le dijo “bueno señora usted tiene cáncer, y ya está muy avanzado , se encuentra localizado en el estómago y está haciendo metástasis en el hígado, puede tomar esto, esto y aquello para aliviar los dolores, pero solo tenemos 6 meses de plazo contando desde hoy”. Nosotras ya sabíamos lo que sucedía, otro medico ya nos había confirmado el cáncer, pero mi abuela no sabía nada y creo que fue la peor manera de enterarse. Me imagino debió de afectarle muchísimo, porque desde ese día NO VOLVIO A HABLAR.


En el taxi de regreso nadie pronunció ninguna palabra, y cuando llegamos a casa mi mama dijo, “bueno ahora la ciencia ha avanzado muchísimo y no se lo haremos tan fácil, pelearemos contra esto mama no te preocupes”. Mi abuela la miró confundida, no decía nada, y solo optó por pararse e irse a su cuarto, se recostó en su cama y se quedó dormida. Así fueron todos sus días, despertaba, comía, vomitaba, se dormía de nuevo, comía algo en la noche, vomitaba de nuevo y volvía a dormir. Hasta que exactamente a los 6 meses, no volvió a despertar.

Creo que desde ese día nació mi conflicto con Dios, mi abuela era muy devota y yo decía si ella siempre ha obrado bien con el resto, trabajó duro para mantener a sus hijos sola, enviudó dos veces, atendió toda su vida a una hija invalida y su mama murió muy joven, después de todo eso, no me parecía junto que a pesar de que sufrió casi toda su vida, también sufriera para morir.